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Ciclología astral
(Ciclos y edades planetarias)
por Patrice Guinard

-- traducción Angeles Rocamora --


Este estudio comprende los capítulos 38 y 39 de mi tesis doctoral (1993)
 

Los ciclos planetarios y la psicogénesis

"No son, como lo pretendía la astrología, las existencias individuales, sino la marcha de la vida del hombre en general la que se encuentra inscrita en los planetas." (Arthur Schopenhauer)

     La complejidad del sistema nervioso de los animales superiores los sensibiliza a los ritmos del entorno y, sobre todo, a los ritmos planetarios: "la sincronización del tiempo biológico y del tiempo cósmico es operada por la presencia en los seres vivos de mecanismos receptores y reproductores de la temporalidad cósmica." [1]  De modo más general, es todo lo vivo quien se adapta a los ritmos cósmicos [2] : no existe influjo o "cualidades ocultas" planetarias que actúen sobre el mundo sublunar, sino ritmos integrados, en el hombre, por el sistema neuro-psíquico.

     La especificidad de la integración neuro-psíquica de los ritmos planetarios en los primeros homínidos, no en tanto que fuentes independientes sino como totalidad estructurada, supone que los estados de la maduración nerviosa se combinan con los plazos de los diferentes ciclos planetarios. [3]  La temporalidad cíclica sería un elemento esencial de la maduración nerviosa, y los plazos de los estados de la psicogénesis estarían determinados por los momentos significativos de los ciclos planetarios. Así, las formas psico-mentales de cada período de edad se cristalizaría en la interacción de los ritmos bio-astrales y de los datos geo-sociales.

     En efecto, el origen de la diferenciación de los estados psicogenéticos ha permanecido relativamente insoluble. La hipótesis "preformista" (despliegue de las potencialidades nerviosas y orgánicas según un orden predeterminado, en el que se supone que los estados de la maduración son endógenos), se opone al "empirismo epigenético" (aparición de nuevas formas de desarrollo en función de las condiciones del entorno, un poco a la manera de Locke), y sus modelos intermediarios no presentan ninguna respuesta convincente. Nos encontramos ante una aporía semejante a la relativa al origen de las ideas y que se oponía, en el siglo XVII, a los empiristas cartesianos.

     Por otro lado, ninguno de los psicólogos infantiles, sobre todo los antiguos, (James-Mark Baldwin, Jean Piaget, Henri Wallon, Arnold Gesell o René Spitz), explica la aparición, en el curso de la maduración nerviosa, de diferentes estados específicos evidenciados sin embargo en la observación del comportamiento de los niños. Piaget dice a Royaumont: "Una epistemología conforme a los datos de la psicogénesis no podría ser empirista ni preformista, sino que sólo puede consistir en un constructivismo con la elaboración continua de operaciones y de estructuras nuevas." Pero Chomsky pregunta: "¿Cuál es el origen de las diferentes estructuras específicas altamente complejas en su detalle y perfectamente organizadas?" [4]

     La hipótesis astral parece resolver la aporía de la discontinuidad en el nivel de la maduración nerviosa así como en el nivel de la percepción. La actualización de estructuras psíquicas sucesivas y relativamente independientes se efectúa por etapas. La imposibilidad del modelo empírico (ver la teoría del "espíritu virgen" de John Locke) no acredita sin embargo un "preformismo" a la de Descartes (las "ideas innatas"), que será con el auxilio de los genes y de la molécula de ADN, la "dea ex machina" de la biología contemporánea.

     Por un lado, lo innato no concierne a los contenidos representativos y mentales, sino a las estructuras psíquicas; por otro, es "continuo". El nacimiento (astral) determina plazos, es decir, los momentos y los modos de las etapas ulteriores, pero no los contenidos, y estructuras, pero no "significados". Todo está dado e implicado, pero virtualmente, "por plazos". Por la actualización de los ciclos planetarios y teniendo en cuenta las condiciones del entorno socio-cultural, la organización psíquica se estructura por etapas. Los diversos niveles de energía y de percepción del Planetario son progresivamente integrados por la conciencia. Y como lo apunta el astrólogo Nicola: "Las etapas de la maduración no son más que una adaptación humana cronológica de un sistema más abstracto que opera en la simultaneidad." [5]  La dimensión temporal inerva la estructura.

     Una "evolución" se establece, en armonía con los ciclos planetarios, de lo simple a lo complejo, de la indiferenciación nativa (Luna) y de la evidencia existencial (Sol) a lo desconocido que representan la muerte con Neptuno y Plutón-Caronte, o bajo sus formas ilusorias - la verdadera vida (Neptuno) y la tras-vida (Plutón). La ontogénesis resume la filogénesis. El desarrollo individual reproduce sintéticamente las adquisiciones de la especie. Por astral, lo genético y lo estructural se concilian en "el ser" y "el devenir" antropológicos, el uno movilizado por los ciclos, el otro mantenido por la estructura.
 

Las edades planetarias

"Cada estado constituye, por tanto, por las estructuras que lo definen, una forma particular de equilibrio." (Jean Piaget, Seis estudios de psicología)

     Podemos descubrir con Schopenhauer, una sorprendente referencia a la idea astrológica de las edades de la vida estructuradas según los ciclos planetarios, ¡incluido hasta Urano! [6]  Previniendo, si hacía falta aún, que la astrología, a mediados del siglo XIX, no está tan ausente del espíritu como quieren hacerlo creer los historiadores de las culturas, previniendo que los filósofos, y no pocos, no la han erradicado de su universo mental, previniendo que también de la ceguera de los especialistas encargados de reescribir la historia cultural, "anti-astrológica", a ventaja de los supuestos vencedores de una disciplina rechazada sin juicio al oscurantismo. Y se sabe que Schopenhauer coleccionaba retratos de "filósofos civilizados", funcionarios y gestores del pensamiento - "a la manera Hegel" pensaba él injustamente, sin adivinar en qué estado sería sumergida la investigación metafísica dos siglos después -, retratos que colgaría sobre las paredes de su habitación, en alternancia con imágenes de perros.

     Existía en los griegos al menos dos teorías que tenían relación con las edades y la duración de la vida humana en relación con ciclos planetarios: la teoría de los períodos planetarios, con sus numerosas variantes de las cuales encontramos la atestiguada por Ptolomeo, y la teoría de los años llamados climatéricos.

     Consagraré próximamente un artículo en particular a esta espinosa cuestión de las duraciones de los períodos planetarios griegos. Los períodos elegidos, aunque no calcados de las revoluciones siderales planetarias, no están construidas sobre ciclos ficticios totalmente desenraizados de la realidad astronómica como lo creen ciertos astrólogos modernos, y se insertan en una arritmología de los 360 grados del círculo. Por ejemplo, la suma de los períodos llamados máximos de los 5 planetas siguiendo su orden de beneficencia (los "benéficos" dotando la existencia de un número de años superior a los "maléficos"): 82 (Venus) + 79 (Júpiter) + 66 (Marte) + 57 (Saturno) = 360. Igualmente, en el último capítulo del Tetrabiblos de Ptolomeo, la organización de los períodos llamados mínimos se relaciona con la teoría de los Domicilios encontrando la misma medida del círculo, por un asuma de tres productos: 4 (Luna, Cáncer)* 30 (Saturno, Capricornio) + 10 (Mercurio, Géminis o Virgo) * 12 (Jépiter, Sagitario o Piscis) + 8 (Venus, Tauro o Libra) * 15 (Marte, Escorpio o Aries) = 3 * 120 = 360.

     La teoría de los años climatéricos, de origen arritmológico y puede ser que judío, propone un cuadro de los años críticos, propicios a las transformaciones o a las calamidades, sobre todo los años múltiplos de los números 7 y 9, y en particular, el difícil y famoso año 63, el que "rompe al hombre", también llamado Hércules. [7]

     Paracelso, que utilizaba la astrología en su práctica médica, había observado, por numerosas enfermedades, la aparición de crisis resurgentes en el 7°, 14°, 21° y 28° día de la enfermedad, en concordancia con las fases del ciclo lunar. Encontramos de nuevo esta teoría de los días críticos en Galien. Para Paracelso, el "cuerpo sideral" (físico-astral), invisible, es la causa de la diversidad de los temperamentos y las impresiones. Cada uno está invitado a seguir la impressio de origen astral y a preservar en lo que actúa en él, más que intentar luchar sin prevención contra lo que le es propio. "Como nos lo enseña la luz de la naturaleza, la palabra impressio designa la fuerza que obliga a cada uno a llenar su destino en su vida mortal." [8]  El equilibrio y la adaptación sólo son alcanzados por aquel que permanece atento a lo que existe en él.

     La sucesión de los impresionales, sus transformaciones y su estabilización en el transcurso del tiempo, engendran en el hombre los plazos necesarios, los cuales son el verdadero objeto de la Pronosticación (1536) del mismo Paracelso. Se continua uniendo esta obra a una suerte de profecía de orden meta-histórico [9]  sin comprender que Paracelso, describe, a través de 32 figuras inspiradas, la evolución de las disposiciones interiores en el curso (por una parte) de la vida humana. La Pronosticación es una alegoría de las edades de la vida humana, fundada sobre ciclos planetarios, y también una sutil parodia de las profecías comunes de su época. Los "esoteristas" no han visto aquí más que fuego.

     La Pronosticación, los hombres "la conocerán mejor que yo, [y ellos] la comprenderán incluso cuando serán alcanzados. (...) Ya que el sol le iluminará, ese que será juez de sí mismo (...) Buen número se imaginan que esto no les toca en nada, y serán probablemente tocados. Pero es el uso que cada uno desee al abrigo de sí mismo, y ninguno quiere reconocérselo poniéndolo todo, cada vez, en las espaldas de aquel al que envidia. (...) Y aquel que sabe y reconoce perfectamente en su globalidad, será probablemente atravesado y traspasado por todo." [10]  Nadie duda que se trate de retratos que cada uno puede reconocer como suyos, cuando haya alcanzado los tiempos de su actualización.

     Las figuras de la Pronosticación, ilustran también ciertos plazos de los ciclos planetarios. Leemos en el 28 cuadro: "Tened cuidado con el futuro cuarenta y dos, pues poco antes y después va a llegar y hacer lo que él quiera, y os doblegaréis como una rama" (cuarta oposición de Júpiter a los 41 años y medio, y primera oposición de Urano, planeta aún desconocido), en el 29 cuadro: "no lejos de cuarenta y tres" (segunda oposición de Saturno a los 44 años), en el 31 cuadro: "nos convertiremos en niños, que no saben nada de los ardides y artificios de la edad, esto en el tiempo que sea contado LX, un poco menos pero no más" (segunda conjunción de Saturno a los 60 años). Y después del año 60: "el tiempo será largo, habrá que estimarlo sobre las edades humanas [la duración de los años humanos], pero nosotros tenemos que mirarlo y aguantarlo en breve."

Paracelso, La Pronosticación, 1536: click to enlarge Paracelso, La Pronosticación, 1549: click to enlarge Paracelso, La Pronosticación, 1549, p.4: click to enlarge

     Estas diversas etapas, marcadas según los ciclos planetarios, puntúan un "tiempo" que se precipita a medida que los años pasan. Y cada uno se verá afectado en su dolor, quien vivirá y leerá en los plazos de su propia existencia en ese breve opúsculo de Paracelso, en apariencia pesimista pero cuán vivificante. Raramente un texto habrá sido escrito con tanto de "numinosidad", de terror sagrado, ya que describe la dimensión trágica de toda existencia humana.

     La teoría de las edades según los ciclos planetarios heliocéntricos (geocéntrico para la Luna) habrá sido formulada a finales de los años 70 por la escuela condicionalista francesa. [11]  Los estadios de la maduración nerviosa, la de la especie para retomar la idea de Schopenhauer, se inscriben en los principales plazos de los períodos planetarios. En cuanto a los plazos individualizados, se actualizan por los tránsitos. Así son puestas en relación las etapas de la maduración individual y las fases de las revoluciones siderales planetarias. En el transcurso del primer mes, el bebé vive de las realidades lunares, después las edades mercuriana, venusina y solar le suceden siguiendo el orden de las revoluciones siderales.

     Recordemos que el Planetario concierne a las estructuras y la diferenciación de las funciones planetarias. [12]  La teoría de las edades planetarias se relaciona con el desarrollo y la articulación de los ciclos planetarios, correlativamente con el desarrollo de la maduración nerviosa. Todos los planetas están "presentes" y sus ciclos están "investidos" desde el nacimiento -indiferenciación lunar que marca los primeros días de la existencia de nativo-. Sin embargo, la influencia de un planeta se desencadena en el primer cuarto de su ciclo (correspondiente a la primera conjunción, que marca el retorno del planeta a su posición inicial), así a los 3 años, después a los 12 años aproximadamente para Júpiter, en el cuarto y en el plazo de su revolución sideral. Diremos que el potencial jupiteriano se experimenta al final de una docena de años, y como media, en 84 años para el uraniano.

     Antes de la primera cuadratura (o antes del primer cuarto de su ciclo heliocéntrico para Mercurio y Venus que se mueven en el interior de la órbita terrestre), la especificidad del ciclo está "inconscientemente" grabada. El cuarto del ciclo provoca un efecto de ruptura y desencadena una impregnación efectiva del ciclo planetario y de sus plazos principales, y sobre todo en el tercio del ciclo (primer trígono), a la mitad del ciclo (oposición), en los dos tercios del ciclo (segundo trígono), en los tres cuartos del ciclo (segunda cuadratura) y en el plazo del ciclo (conjunción). Después de la conjunción, es decir, en el retorno del planeta a su posición inicial, el ciclo se repite, inervando el psiquismo de impresionales ya sentidos.

     Dicho de otro modo, todos los ciclos son activos pero imperceptibles en el nacimiento. Para cada ciclo planetario, y antes del cuarto de su duración, la integración es latente. Del primer cuarto del ciclo hasta el plazo del ciclo, la integración es efectiva, patente. Más allá, se vuelve repetitiva, habitual.

     A medida que el bebé se despierta y que el niño crece, su psiquismo se reestructura en función de las diferentes fases planetarias. La articulación de los ciclos planetarios confiere a la curva de maduración psíquica y nerviosa una forma espiral que es también la expresión del crecimiento de lo vivo en general. El cuadro de las edades según los ciclos planetarios resume las diversas fases de la maduración nerviosa, puntuada por una cincuentena de intervalos de duraciones desiguales, pero "iguales" y equivalentes para la conciencia. El tiempo de la existencia humana es a escala logarítmica. Una duración de algunos meses durante la primera infancia será llamada equivalente a una duración de varios años más tarde. El tiempo psíquico no depende de una medida abstracta y exterior, al ritmo único y regular, sino de transformaciones interiores, al unísono de ritmos plurales, entrecruzados.

     Siguen a continuación algunos ejemplos de la concordancia de las primeras edades planetarias con los estadios observados por los especialistas de la psicología infantil. [13]
 

     El cuadro que sigue indica las principales fases planetarias. [14]  La duración de una edad planetaria comienza en el cuarto de su ciclo sideral o en general en la primera cuadratura (ciclos heliocéntricos, excepto la Luna, y para el Sol reemplazado por la Tierra), y se termina en la fase de su ciclo: de 22 a 88 días para Mercurio, de 21 a 84 años para Urano... Así, alrededor de 200 días, la edad es a la vez venusina, solar y marciana; a los 15 años es saturnina. Entre alrededor de los 2 y 3 años, el niño atraviesa la "crisis" del tercer años: esta edad está m arcada por los asteroides, globalmente tenidos en cuenta en este esquema, y de los cuales la mayor parte tienen su órbita situada entre Marte y Júpiter. Y a los 2 años y 111 días, Ceres y Palas afectan precisamente a la mitad de su ciclo. [15]

     A las fases de los monociclos planetarios he adjuntado, a partir de los 15 años, las fases más significativas de los ciclos relacionales, en los que los períodos son aproximadamente de 19 años y 314 días (Júpiter-Saturno), 33 años 158 días (Saturno-Plutón), 35 años 318 días (Satunro-Neptuno), 45 años 131 días (Satunro-Urano), 127 años 55 días (Urano-Plutón) y 171 años 162 días (Urano-Neptuno). Estos ciclos, y sobre todo el último, tienen una importancia considerable en "astrología mundial" (con el ciclo transpersonal Neptuno-Plutón de 492 años), es decir, para definir las fases de las transformaciones colectivas (metamorfosis de las mentalidades y revoluciones culturales). [16]
 
 

Período
planetario
 
1/4
1/3
1/2
2/3
3/4
1
AÑOS DÍAS
  7
LUNA
         
  9  
LUNA
       
  14    
LUNA
     
  18      
LUNA
   
  20        
LUNA
 
  22
MERCURIO
         
  27          
LUNA
  29  
MERCURIO
       
  44    
MERCURIO
     
  56
VENUS
         
  59      
MERCURIO
   
  66        
MERCURIO
 
  75  
VENUS
       
  88          
MERCURIO
  91
SOL
         
  112    
VENUS
     
  122  
SOL
       
  150      
VENUS
   
  169        
VENUS
 
  172
MARTE
         
  183    
SOL
     
  225          
VENUS
  229  
MARTE
       
  244      
SOL
   
  274        
SOL
 
  343    
MARTE
     
1 0          
SOL
1 55
CERES
         
1 93      
MARTE
   
1 150        
MARTE
 
1 322          
MARTE
2 111     CERES      
2 352
JÚPITER
         
3 348  
JÚPITER
       
4 222          
CERES
5 340    
JÚPITER
     
7 133
SATURNO
         
7 332      
JÚPITER
   
8 328        
JÚPITER
 
9 299  
SATURNO
       
11 315          
JÚPITER
14 266    
SATURNO
     
16 262     SAT-PLU      
17 341     SAT-NEP      
19 233      
SATURNO
   
19 314           JUP-SAT
21 2
URANO
         
22 34        
SATURNO
 
22 248     SAT-URA      
28 2  
URANO
       
29 167          
SATURNO
31 288 URA-PLU          
33 158           SAT-PLU
35 318           SAT-NEP
41 70
NEPTUNO
         
42 3    
URANO
     
42 79   URA-PLU        
42 314 URA-NEP          
45 131           SAT-URA
54 336  
NEPTUNO
       
56 5      
URANO
   
57 54   URA-NEP        
61 337
PLUTÓN
         
63 5        
URANO
 
63 238     URA-PLU      
82 140    
NEPTUNO
     
82 206  
PLUTÓN
       
84 7          
URANO
85 264     URA-NEP      
109 308      
NEPTUNO
   

 

     Examinemos el ciclo más cercano a la duración de una existencia humana, el ciclo uraniano: hasta los 21 años, la impregnación de Urano está latente, de 21 a 84 años es efectiva (y este planeta marca así los dos tercios de una vida humana), después de los 84 años es repetitiva. Por otro lado, alrededor de los 42 años, a la mitad del período sideral, se produce una transformación psíquica específica, la famosa "curva de la cuarentena", o la crisis de "individuación" en la terminología de Jung. [17]

     Si el principio de una edad comienza en el cuarto de un ciclo planetario para terminar en la fase de su período, podemos reagrupar las diversas etapas de la maduración psíquica en una veintena de edades principales, es decir, 6 edades desde el nacimiento hasta los seis meses, 6 edades de seis meses a alrededor de doce años, y 6 edades de doce años hasta el término de la existencia. Cada una de estas edades está "regida" por uno o más planetas.

     El pasaje de una edad planetaria a la siguiente se opera gradualmente, ya que el cuarto de un ciclo planetario no llega en el momento en el que acaba el ciclo planetario precedente. Dicho de otro modo, entre la edad jupiteriana y la edad saturnina, existe una edad intermedia, jupitero-saturnina, que coordina las tendencias de los dos planetas.
 
 

- Período Planetas asociados Estadios de Piaget
1 Primera semana El conjunto de los planetas [18] Estadio 1: actividad-reflejo
2 7-22 días LUNA
3 22-27 días LUNA, MERCURIO
4 27-56 días MERCURIO Estadio 2: primeras costumbres
5 56-88 días MERCURIO, VENUS
5' 88-91 días VENUS Estadio 3: coordinación entre aprehensión y visión
6 91-172 días VENUS, SOL
7 172-225 días VENUS, SOL, MARTE Estadio 4: coordinación de los esquemas secundarios
8 225 días a 1 año SOL, MARTE Estadio 5: reacciones terciarias
9 1 año a 1 año 322 d MARTE Estadio 6: dominio de la acción
10 1 año 322 a 4 años 222 ASTEROIDES (Ceres) Estadio 7: interiorización de los esquemas de acción y aparición del lenguaje
11 4 años 222 a 7 años 133  JÚPITER Estadio 8: dominio del lenguaje y conceptualización
12 7 años 133 a 11 años 315 JÚPITER, SATURNO Estadio 9: operaciones concretas y conductas reflexionadas
13 11 años 315 a 14 años 266 SATURNO Estadio 10: operaciones formales y abstracción 
13' 14 años 266 a 21 años SATURNO Estadio del adolescente
14 21 años a 29 años 167 SATURNO, URANO Estadio del joven hombre
15 29 años 167 a 41 años 70 URANO Estadio del hombre joven
16 41 años 70 a 61 años 337 URANO, NEPTUNE Estadio del hombre maduro
17 61 años 337 a 84 años URANO, NEPTUNO, PLUTÓN Estadio del hombre mayor
18 Después de 84 años NEPTUNO, PLUTÓN Estadio del anciano

 

     La distribución clásica de las cuatro edades (infancia, juventud, madurez, vejez), asociada a las cuatro estaciones, o incluso a los cuatro cuartos de la esfera celeste como en Manilius, se encuentra remodelada: hay 6 estadios para toda la primera infancia (el recién nacido), 6 estadios para la infancia, 2 estadios para la juventud, 2 estadios para la madurez, y 2 estadios para la vejez. Este tiempo logarítmico supone que la madurez psíquica no se acaba a los 12 años, ni a los 20, ni incluso a los 30, sino que se prolonga hasta la más extrema vejez. La adultez no es nunca definitivamente adquirida, y la mujer y el hombre, no más que el Wilheilm Meister de Goethe, no alcanzan nunca el término último de su "aprendizaje" psíquico y espiritual. El ciclo plutoniano sólo es totalmente por los dioses y los héroes míticos.


Tiempo de la Psicogénesis


     Si la noción de "generación" (en el sentido de un conjunto de individuos que comparten más o menos las mismas aspiraciones) tiene algún significado, es por la consideración de las diversas fases que delimitan las edades planetarias. Tras la pubertad (hacia los 12 años), estas fases se tornan relativamente raras, a pesar de la diferencia introducida por las fases de los ciclos relacionales.
 

     Estas fases son vividas de forma diferente según los contextos socioculturales y según las idiosincrasias. Un cuarto de los individuos no tiene planetas lentos (de Saturno a Plutón) fuertes en su tema natal. Éstos, muy marcados por las fases de la infancia, serán relativamente insensibles, pasada la edad de los 12 años, a las fases siguientes. Un saturnino permanecerá idealista; ciertos neptunianos y plutonianos esperarán, algunos a los 41 años, otros a los 62, para comenzar a apreciar la existencia como George Sand (Plutón en el Ascendente) que anotaba en su diario, a los 64 años cumplidos: "Nos equivocamos al creer que la vejez es una pendiente decreciente es al contrario: se sube y a zancadas sorprendentes." [19]

     Cada edad planetaria es portadora de estructuras psíquicas particulares, de valores propios; cada una encarna "un mundo" y ordena los momentos de actualización de tendencias específicas. En general, el adolescente no abraza las concepciones del hombre adulto quien, él mismo, permanece insensible a las preocupaciones del anciano.

     La degeneración progresiva de la vejez, es el resultado fabricado de una cultura que se impone a todos, desde el niño al anciano, las normas e imperativos de la "adultez", es decir: la actividad atolondrada, sería de tipo intelectual, la producción sin finalidad, la búsqueda exclusiva de la eficacia, el egocentrismo y el egoísmo, la ideología del "cada uno para sí mismo", y el "en cuanto a mí se refiere", el desvío pragmatista de toda verdad y de todo valor, hasta en las relaciones inter-individuales. Estas tendencias no son en sí mismas de carácter uraniano, sino que son la deformación en el seno de una sociedad corroída por el materialismo, el cual es equivalente al nihilismo como lo demostró Nietzsche.

     ¡Es a los 84 años cuando se deberían abrir verdaderas perspectivas espirituales! El viejo hombre no "recae" en la infancia, según dice el cliché común: accede a otras verdades, según las condiciones que el medio le permite. No pierde sus referencias y su capacidad de adaptación, sino que aspira a una desadaptación vivificante, - ya que la comedia social está a punto de acabarse -, a un desentendimiento de los innombrables pequeños impedimentos y disgustos que lo debilitan, a un equilibrio más armonioso con los seres y con realidades más sutiles.

     La especifidad del envejecimiento no ha encontrado ninguna explicación biológica concluyente, y la senilidad humana precoz podría encontrar una respuesta en la ruptura de su equilibrio con su entorno natural más amplio. Podría ser también que deba "pagar" (Anaximandro), antes de hora, es decir, antes del final del ciclo plutoniano, su emancipación individual y su pérdida de contacto con lo incognoscible.

Pero, qué distancia hay entre la salud de un hombre viejo en las ciudades de Asia o de África, o en las sociedades primordiales aún no diezmadas por la culturización, si quedan, y la decrepitud del "viejo" de Occidente, mantenido en una dependencia humillante, y sobreviviendo a la sombra de la asistencia social, en la penumbra de los geriátricos, y ¡en el deslumbramiento de su aparato de televisión!

     La senilidad precipitada de la vejez va pareja, en las sociedades tecnológicas modernas, con la precocidad ilusoria del niño y del adolescente. Rousseau, atento a los fenómenos de desposesión de uno mismo, a la pérdida de la autenticidad, a la "alienación", es decir, al hecho de convertirse en extraño de uno mismo, subraya la necesidad de salvaguardar la especifidad de la infancia, su "inocencia natural", por medio de una educación de la sensibilidad dirigida hacia la "naturaleza", y no mediatizada por el martilleo de los códigos sociales y por la agitación ruidosa de la modernidad. El desarrollo armonioso del niño prima, o debería hacerlo, sobre la "formación" del futuro ciudadano, útil y utilizable. El niño tiene sus necesidades propias, sus sueños y sus juegos: no es un "adulto en miniatura". [20]

     La maduración precoz y la intelectualización fanática perjudican el equilibrio del niño, incluso si éste, a menudo, se juega cuanto más sufra los problemas educativos. En las escuelas modernas, se enseña primero a descodificar los formularios del esclavizamiento administrativo, antes incluso de brindar la posibilidad de pensar por sí mismo: la escuela no es un medio de aprendizaje del niño, sino un instrumento de identificación social y de la fabricación de futuros ciudadanos amputados y dóciles. No son tanto los diseños los que están en juego, ya que los diseños únicamente son el resultado de los métodos empleados: la vieja escuela de Ferry, Jules, a pesar de su instrucción cívica (y religiosa), sus lecciones de patriotismo, sus certificados de moral y de buena conducta - ¡alucinante para el investigador que hojea los manuales escolares de hace un siglo! -, sin embargo no había abandonado lo que constituye el esencial de la formación: saber leer, escribir, contar y pensar por sí mismo. La enseñanza pasó de la formación a la in-formación (en el sentido negativo, y no locativo, del prefijo), a la a-formación.

     El adolescente no admite la red de intermediarios, de simulacros, de convenciones y de conductas diferidas por cálculo o por cobardía, con los que está tejida una sociedad que ha abandonado todo vínculo con lo esencial. Prendado de pureza y de "justicia formal", su revolución no apunta tanto al orden establecido como a su desorden, y la ausencia de incoherencia y de jerarquía auténtica. Su inquietud reprueba que nadie esté en su sitio en una cultura que pervierte el orden natural de las cosas permitiendo la existencia de manipulaciones guiadas por el interés y el cinismo. Finalmente él sufre con la desaparición de modelos que le pueden gustar o admirar. Los artefactos pedagógicos de la cultura de masas no reemplazan a la Ilíada, al Mahâbhârata o las Vidas de Plutarco. La sociedad aparece ante él como una vasta trampa en la que cada uno está acorralado y esclavizado a ocupaciones limitadas a través de las reglas de una competición trucada, como un siniestro mercado en el que la justicia y el mérito están truncados.

     Cada edad planetaria reestructura la percepción de la realidad y genera un nuevo estado de disponibilidad del organismo. Los estados psíquicos-astrales se suceden y de interpenetran. Los comportamientos ligados a cada edad son las marcas externas de situaciones psico-mentales específicas e irreductibles las unas a las otras. Cada edad es la ocasión de una reorganización psico-mental, de la que no se conocen más que los indicios visibles. Difícilmente se puede evaluar lo que es interiormente vivido por el niño a una edad dada. Los análisis de los psicólogos infantiles son observaciones e interpretaciones, hechos por el adulto, de lo que se supone que está siendo vivido por el niño. Por otro lado, no conviene hablar de la infancia en general o de la mentalidad infantil. Existen tantas "infancias" como edades planetarias: una docena, en la que cada una tiene su especificidad y se distingue de las otras, como la edad madura se distingue de la adolescencia.
 
 

[1]  Luigi Gedda & Gianni Brenci, Chronogénétique, Paris, Hermann, 1975, p.26. Cf. también Constantin Bykov : "La cadencia de los procesos exterieores, así como la actividad rítmica de los órganos viscerales se reflejan en el ritmo de los procesos se desarrollan en el sistema nervioso central. Se produce, según Oukhtomski, una asimilación de ritmo, no solamente en los intervalos microscópicos de tiempo, pero también en intervalos macroscópicos." (in L'écorce cérébrale et les organes internes, trad. franc., Moscou, ed. De Moscú, 1956, p.467). « Texto

[2]  Sobre esta cuestión, ver los censos comentados de John T. Burns, Cycles in humans and nature, Magill Bibliographies, The Scarecrow Press, Metuchen (N. J.), 1994, y Cosmic influences on humans, animals, and plants, Magill Bibliographies, The Scarecrow Press, Lanham (Md.), 1997. « Texto

[3]  Henri Gastaut se pregunta sobre la curiosa incapacidad de los primates, sin embargo tan cercanos de los primeros australopitecos (por su capacidad craneana y el uso de la mano), de haber evolucionado en el sentido hominiano y propone explicar la divergencia evolutica por medio de "modalidades funcionales del sistema nervioso específicas de la linea humana." (in Edgar Morin & Massimo Piattelli-Palmarini (éd.), L'unité de l'homme, vol. 1 (Le primate et l'homme), Paris, Le Seuil, 1974, p.172). « Texto

[4]  Jean Piaget y Noam Chomski, en la obra Théories du langage, théories de l'apprentissage, Paris, Le Seuil, 1979, p.53 y p.107. « Texto

[5]  Jean-Pierre Nicola, Pour une astrologie moderne, Paris, Le Seuil, 1977, p.180. « Texto

[6]  Arthur Schopenhauer, in Aphorismes sur la sagesse dans la vie, trad. franc. J-A Cantacuzène, Paris, P.U.F., 1943; 1964; p.172-173. « Texto

[7] Sobre esta cuestión, ver Claude Saumaise (Salmasius), De annis climactericis et antiqua astrologia diatribae, Leyde, 1648; Auguste Bouché-Leclercq, L'astrologie grecque, Paris, Ernest Leroux, 1899, p.526-532; el 15° capítulo (De annis climactericis) del libro de Hermes, in Wilhelm Gundel, Neue astrologische Texte des Hermes Trismegistos, Abhandlungen der Bayerischen Akademie der Wissenschaften, München 1936 (según un ms en latín datado en 1431, el BM Harleian 3731, ya mencionado por Thorndike en su Histoire); "Hermes Trismegistus", Liber hermetis, trad. ingl. Robert Zoller, Project Hindsight, Berkeley Springs (WV), The Golden Hind Press, 1993, 2 vol. (Atención a algunas de las confusiones en introducción del traductor Zoller, sobre todo en las páginas pages xx-xxi del volúmen 1). « Texto

[8]  Paracelso, La grande astronomie ou la philosophie des vrais sages, philosophia sagax, trad. franc. (parcial) e introducción de Pierre Deghaye, Paris, Dervy, 2000, p.237. Para Paracelso, la impresión es el equivalente natural de la predestinación de los teólogos. Sobre la diferencia entre inclinación e impresión, ver las páginas 156-158 de la misma obra. « Texto

[9]  Por ejemplo den el comentario de Jean-Charles Pichon, Les prophéties de Paracelse, trad. franc. Armel Guerne, Mónaco, Le Rocher, 1985. « Texto

[10]  Paracelso, Les prophéties, [Op. cit.], p.33, 105 et 107. Cf. también la traducción de la Prognostication, in Hipócrates (Revue d'Humanisme Médical), 3, 1933, p. 605-629. « Texto

[11]  Cf. también el artículo de Joan Negus, "Stages of adult development" (in Journal of Geocosmic Research, 2.2, 1978), que interpreta los trabajos del psicólogo americano Daniel Levinson y de sus asociados sobre el desarrollo psicosocial del adulto. « Texto

[12]  Cf. mi texto, "El Planetario (Organización y Significado de los Operadores planetarios)", CURA, http://cura.free.fr/08planet.html. « Texto

[13]  Ver: Arnold Gesell & Frances L. Ilg, Le jeune enfant dans la civilisation moderne, New York, 1943; trad. franc. Irène Lézine, Paris, P.U.F., 1949; Jean Piaget & Bärbel Inhelder, De la logique de l'enfant à la logique de l'adolescent, Paris, P.U.F., 1955; Henri Wallon, L'évolution psychologique de l'enfant, 1941; Paris, Colin, 1968; Jean Piaget, Problèmes de psychologie génétique, Paris, Denoël/Gonthier, 1972; Hélène Gratiot-Alphandéry & René Zazzo (dir): Traité de psychologie de l'enfant, Paris, P.U.F., 1970-1972, 6 vol.; etc. (lista no limitativa). « Texto

[14]  He conservado los datos de mi tesis de 1993 (según las Éphémérides astronomiques de l'Annuaire du Bureau des Longitudes, Paris, Bordas, 1986). Se encontrará datos actualizados en mi "El sistema solar", CURA, http://cura.free.fr/06syssol.html « Texto

[15]  El astrólogo Nicola no tiene en cuenta el estado asteroidal, y existe un problema real con Mercurio, planeta tradicionalmente asociado al, y del que el período que afecta su término es de 3 meses, cuadra mal con la adquisición y el aprendizaje del lenguaje mucho más tardíos en el niño. Por otro lado, según Nicola, sería la primera conjunción, y para los ciclos más largos, la primera oposición, los que marcarían las fases. Ahora bien, los períodos planetarios no seben ser aprehendidos en su sucesión, sino en su simultaneidad. Las rupturas se situan en las primeras cuadraturas (desencadenamiento de la impreganción eficiente del planeta), oposiciones (crisis) y conjunciones (fin de ciclo) planetarias (en heliocéntrico). Así, una edad planetaria no comienza hasta el final del ciclo planetario precedente. Así, ¡en el dispositivo condicionalista faltan etapas, ya que no distingue al adolescente de 16 años del joven hombre de 28años, ni al hombre de 45 años del anciano de 80 años! En cuanto a la edad plutoniana, que no comenzaría hasta los 164 años, sería sobrehumano... (cf. por ejemplo Jean-Pierre Nicola, Pour une astrologie moderne, Paris, Le Seuil, 1977, p.152-163). « Texto

[16]  Para un cuadro comparativo de las fases planetarias, cf. Jean-Pierre Nicola, "Chronologie et pulsations", in Cahiers Conditionalistes, 2, C.O.M.A.C., Juillet 1980. Encontramos la primera formulación de las edades planetarias relacionada con los datos de los psicólogos infantiles (Piaget, Gesell, Wallon, Spitz...) en la obra de Max Lejbowicz, Introduction à l'astrologie conditionnelle, Autun (impr.), C.E.F.A., 1er trimestre 1977, p.45-49. Cf. también Bernard Blanchet, "Théorie des âges", in Cahiers Conditionalistes, 4, 5 et 6, COMAC, 1981-1982. « Texto

[17]  La oposición uraniana, teniendo en cuenta la localización zodiacal con base eclíptica, p uede llegar entre los 38 y los 45 años según los individuos. A fortiori el ciclo plutoniano conoce importantes variaciones en el tiempo. Así, para los individuos nacidos en los 1950 y 60 la cuadratura plutoniana llega desde los 40 años, y para los nacidos en los años 1840, ¡llega a los 90 años! Estas dificultades incitan a reconsiderar el dogma astrológico de una localización eclíptica uniforme durante la elaboración de la carta natal. Las principales fases uranianas (21 años, 28 años, 42 años, 56 años, 63 años y 84 años) sont múltiplos de 7, lo que corrobora el valor simbólico atribuido a este número (cf. por ejemplo la antigua teoría de los años climatéricos, o incluso una obra reciente que explota esta idea, la del astrólogo Alexander Ruperti, Les cycles du devenir [Cycles of becoming]; trad. franc. Marief Cavaignac, Monaco, Le Rocher, 1981). « Texto

[18]  En la primera edad, es decir, en la primera semana  de la del recién nacido (Antes de la primera cuadratura lunar), todos los planetas están virtualmente implicados pero de forma latente, lo que explicaría la confusión de Nicola que hace  de la Luna un "ternario" global e indiferenciado (cf. mi  texto "El planetario (Organización y Significado  de los Operadores  planétarios)", CURA, http://cura.free.fr/08planet.html, 2000.« Texto

[19]  in Oeuvres autobiographiques, Paris, Gallimard, 1971, vol. 2, p.632. « Texto

[20]  Cf. Jean-Jacques Rousseau, Émile, Paris, Garnier-Flammarion, 1966; Alexander Neill, Libres enfants de Summerhill, New York 1960; trad. franc. Micheline Laguilhomie, Paris, Maspero, 1970. « Texto



Referencia de la página:
Patrice Guinard: Ciclología astral
http://cura.free.fr/esp/29ciclos.html
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