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El orden cíclico temporal
por Patrice Guinard

-- traducción Angeles Rocamora --


Nota: Este estudio comprende los capítulos 35, 36 y 37 de mi tesis doctoral (1993).
 

1. Momentos del tiempo cualificado

"No sé cómo elaborar estas definiciones de función, fase, ciclo, que permitirían seguir las variaciones multiformes del hombre. Sin embargo, yo siento estas nociones." (Paul Valéry, Cuadernos)

     La concepción del tiempo en las sociedades primordiales era esencialmente cualitativa. El calendario, "código de las cualidades del tiempo", [1]  tenía como función regular la actividad social y acomodarla a los ritmos naturales y "cósmicos". El año, y el calendario que es el mapa ideal, están recortados en "fechas críticas" (días de suerte y nefastos) e "intervalos" complementarios. Un momento particular, al cual son atribuidos ciertas cualidades, se asocia, por "equivalencia", al período de tiempo inmediatamente posterior, hasta que otro momento imponga su tonalidad al período siguiente. Según Henri Hubert, discípulo de Émile Durkheim, cinco reglas se aplican a la utilización del calendario así constituido:

- "Los datos críticos interrumpen la continuidad del tiempo" y puntúan el ciclo temporal.

- "Los intervalos comprendidos entre dos fechas críticas asociadas son, cada uno para sí mismo, continuos o indivisibles" ya que la ruptura se introduce precisamente para la fecha crítica.

- "Las fechas críticas son equivalentes a los intervalos que limitan" o más precisamente, a los que les siguen, ya que ninguna nueva orientación cualitativa es introducida en el seno de este intervalo.

- "Las partes semejantes son equivalentes", es decir, aquellas que ocupan la misma posición relativa en la distribución de varios ciclos comparables. Las primaveras son equivalentes entre ellas, pero lo son también al tiempo que marca las primeras horas del día.

- "Las duraciones cuantitativamente desiguales son igualadas y las duraciones iguales desigualadas", ya que la duración no se define por una unidad de medida externa, sino por el número y la calidad de los momentos críticos que encierra.

     Los fenómenos naturales (las estaciones, las precipitaciones, el brote y la floración, la reproducción y la hibernación...) son las manifestaciones concretas, biológicas, de los fenómenos astronómicos subyacentes. Los ritmos celestes ordenan lo vivo al cual lo socio-cultural debe también someterse. Las fiestas del "calendario arcaico" marcan las rupturas socializadas de los ciclos planetarios. Hay una adecuación y una continuidad de lo celeste a lo terrestre, y de lo terrestre a lo animal y a lo social. Las "fechas críticas" de las que la "elección" no era tan "arbitraria" que parece creerlo Hubert, representaban fenómenos astronómicos específicos, como el ciclo de la lunación o el de los solsticios. Así, "el acontecimiento" es natural y se renueva según períodos determinados. Sólo el acontecimiento natural, como la llegada mensual de la luna llena, es digno de ser festejado. Sólo la naturaleza está en capacidad de crear el acontecimiento que el hombre festeja y ritualiza. El acontecimiento es iterativo y cósmico, no conmemorativo e ideológico.

     Por otro lado, no hay otro acontecimiento considerable que la actualización socio cultural de las fases sucesivas de los ciclos naturales y cósmicos. El tiempo socializado, el del calendario, tiene un "origen" infra-social y una finalidad de orden cósmico. ¡Todos son iguales para el "primitivo", lo primordial, de cara al Sol y a la luz! La conmemoración de una política bastarda al servicio de los usuarios y de las multinacionales no tiene valor festivo.

     La astrología ha sistematizado y racionalizado esta concepción. La "fecha crítica" no es ya asociada a un día dado, sino a la "duración" de una configuración planetaria. Se puede llamar "momento cualificado", che en los chinos, kaïros en los griegos, es decir: ocasión, o momento privilegiado, oportuno, "tempestivo". El intervalo de tiempo, asociado a este momento y sucediéndole, desprovisto de cualidades nuevas, le será llamado "equivalente". Así, el intervalo entre dos momentos cualificados a y b es un intervalo semiabierto: [a, b[ , teniendo las cualidades del instante a.

     La "duración" del momento cualificado es un infinitesimal temporal ya que corresponde al instante fugitivo del alineamiento o del "aspecto" exacto entre dos cuerpos planetarios. Prácticamente, el astrólogo tiene en cuenta un cierto orbe durante el cual el aspecto planetario permanece operante, dicho de otro modo, de un tiempo de persistencia del efecto, en teoría justificado por la organización del sistema nervioso, y que es susceptible de variar desde algunos minutos a algunos años, siguiente el aspecto planetario considerado.

     El tiempo cíclico se opone a toda linearidad temporal, al tiempo informal de las tecno-ciencias como al tiempo aleatorio de la historia, contenedores uniformes de los movimientos de la materia o de las trepidaciones de los acontecimientos. Einstein mostró en su célebre fórmula que la energía era indisociable de la materia y de la masa corporal. La noción de velocidad, introducida en la ecuación por una constante (a saber, el cuadrado de la velocidad de la luz en el vacío), es decir, de un "espacio recorrido" dividido por la "duración de un recorrido", evacua las nociones de lugar espacial y de momento temporal, que no subsisten mucho, en la fórmula, más que en tanto que testigos neutralizados de las variaciones de la energía.

     El tiempo cíclico es continuo ya que marca el desarrollo de fases interdependientes, y discontinuo ya que es rítmico gracias a la emergencia ordenada de cualidades distintas. En realidad, es la percepción quien puntúa el continuum temporal produciendo en la psique una alternancia de estados variables y de transformaciones cualitativas. Algunas rupturas encuadran algunos intervalos asociados -tiempo segmentado; el desarrollo de los diversos momentos se cumple según un proceso cíclico que los organiza diferencialmente- tiempo remembrado.

     Las cualidades temporales se concentran en los momentos críticos; se generalizan en los períodos asociados. Esta alternancia de fases de tensión y de distensión marca un ritmo tanto en la vía natural como en la vida social primordial. Otros "tiempos" parecen prefigurar esta dialéctica de la permanencia y del cambio, a la periodicidad más o menos bien definida: el tiempo climático, el tiempo biológico (permanencia hereditaria y mutaciones), el tiempo geológico (sedimentación y constitución de nuevos estratos)...

     El tiempo de las sociedades primordiales se articula sobre la variabilidad cíclica de los fenómenos naturales: "Hay, de un lado, fenómenos naturales, astronómicas u otras (...) del otro, hay representaciones, que la recurrencia de los primeros términos supone o rechaza necesariamente, y actos, que se cumple o que se evitan para realizar (...) las asociaciones directas necesarias." [2]

     Es esta socialización del tiempo biológico y cósmico la que la astrología no ha cesado de cuestionar. Contrariamente a los prejuicios del sociólogo, no se puede hablar propiamente de exterioridad seguida de asociaciones, de separación seguida de un esfuerzo de adaptación, es decir, de mediaciones imitativas, sino más bien, al menos "originalmente", de una fusión y una sincronización inmediatas de los ritmos psico-corporales a los ritmos del entorno. La cultura no hace más que traducir, a nivel de la colectividad, estas incitaciones compartidas por todos.

     La cualidad de un punto de ruptura corresponde neuro-fisiológicamente a la transformación de una excitabilidad. Iván Pavlov estableció experimentalmente la existencia de un proceso llamado "de excitación temporal" que implica una coordinación espontánea con los ritmos que le rodean. Así, previó ante todo, la armonización natural de estos ritmos de los que los representantes sociales son los reflejos. Los ritmos son endógenos y el tiempo cíclico tiene valor de forma a priori de la "percepción primordial". Así, en la cultura y el pensamiento primordiales, llamados "arcaicos", el tiempo, "psico-socio-cósmico", es no sólo una forma de interioridad, variable y personal, es también la forma rítmica y cadenciada de la vida social.
 

2. Las tres funciones temporales

    El tiempo cíclico, a través de sus tres modalidades (intensiva, cualitativa, extensiva), se concibe respectivamente como Retorno, como Momento y como Espiral, ternario arquetípico que representa un mismo proceso fisiológico (la asociatividad temporal de Pavlov) bajo sus tres fases respectivas: fase del equilibrio y de la intensificación del proceso, fase de la dosificación, de la diferenciación y de la cualificación de los momentos, fase de la armonización y de la extensión de los ciclos.

     Estos tres aspectos confieren al tiempo su parte de eternidad, es decir, de renovación infinita. No es que el tiempo sea eterno en sí, sino que es la imagen de la sustancia intemporal (Platón), es decir, que sus momentos son "de todos los tiempos". El devenir no cesa de actualizarse, el instante no cesa de persistir trasformándose, los ciclos no cesan de retornar y los planetas de perseguir sus trayectorias circulares, en tanto que les asisten las conciencias, y en tanto que la conciencia los realiza.
 

El Retorno

"¡Volverán, estos Dioses que tú lloras siempre!
El tiempo va a traer el orden de los antiguos días;
La tierra se ha estremecido de un soplo profético...".
(Gérard de Nerval, Delfica)

     En primer lugar, la temporalidad se afirma en los diversos esquemas repetitivos implicados por el engarzamiento de los ciclos: periodicidad, alternancia, sincronización. Los ciclos se repiten así como sus relaciones intra e inter cíclicos. El período es ese intervalo de tiempo que vuelve, idéntico a sí mismo, no en tanto que duración concreta, sino en tanto que entidad abstracta. Lo que está en juego, es el Retorno, bien sea del ciclo entero, de uno de sus momentos, o incluso de una relación inter-cíclica: precisión de un proceso repitiendo la misma forma recurrente, eterna renovación de lo semejante, del otoño, de un otoño tras cada verano, y de la caída de las hojas, y del viento barriéndolas en el suelo.

     Este período particular puede ser considerado siempre como el simple momento de un ciclo de período más vasto. Por otro lado, la relación de un ciclo con otro tendrá su propia periodicidad, como los catorce años que marcan el período del ciclo Urano/Júpiter. Cada ciclo se desarrolla siguiendo un proceso preciso, ordenado, equilibrado en sus menores partes, infinitamente reiterado.

     La alternancia es la relación intrínseca entre los momentos sucesivos de un ciclo, es la sucesión repetitiva, esperada, de transformaciones interdependientes. Un ritmo resulta siempre de una dinámica entre dos polos ligados, antagonistas y complementarios. No es una simple causalidad lineal, sino una interdependencia circular, cíclica, global. El momento no está solamente inducido por los que le preceden, sino también por los que él precede. A cada instante, la totalidad del ciclo está presente en sí misma. La alternancia es la ocurrencia oportuna de un momento entre todos los momentos del ciclo, el equilibrio de ese momento respecto de los que le están ligados.

     La sincronización es la relación entre los momentos simultáneos de diferentes ciclos, es la constatación de la simultaneidad repetitiva, esperada, de estos momentos, la inscripción de momentos mixtos, cruzados, plurales. El momento se complica, se ensancha, se carga de temporalidad. Cada momento se convierte en la resultante de una pluralidad de fuerzas temporales, un equilibrio intensivo entre diversos momentos.

     "Hay entre antecedentes y siguientes, unos enlaces como si todos los términos fueran simultáneos y actuales, pero que sólo aparecen sucesivamente." [3]  Una curva se dibuja en la interdependencia de los momentos sucesivos, en la correspondencia de los momentos simultáneos. El ritmo es el equilibrio de series alternativas y síncronos. "El Ritmo es al tiempo lo que la Simetría es al espacio." [4]  Como el Retorno de Libra es al tiempo lo que el Espejo de la Virgen es al espacio, en razón del estrechamiento operado por los signos equinocciales.

    La "sincronicidad" [5]  es a la simultaneidad lo que la alternancia es a la sucesión: el mismo fenómeno, no aleatorio y lineal, sino obligado, iterativo, inducido en el ciclo.

     La asimilación del tiempo cíclico consiste en grabar estas simultaneidades y sucesiones repetitivas. Como con Nietzche, el equilibrio es prioritario, pero no entre el Ser y el Devenir, sino entre las relaciones intra-cíclicas e inter-cíclicas de alternancia y de sincronicidad. La doble asociación de los momentos en el seno del Retorno y su necesaria manifestación, son las condiciones de su intensificación. Es intenso lo que viene por el equilibrio: "Es, en efecto, la idea de Libra lo que da al tiempo su forma cíclica. Libra vuelve al equilibrio al término del ciclo, y este equilibrio es el retorno del tiempo al punto inicial que vuelve a ser entonces de nuevo el punto inicial de un nuevo ciclo." [6]

     Intemporalidad por el Retorno. Todo sucede a la vez al mismo tiempo y en tiempos diferentes. El Retorno de Libra intensifica dos veces cada momento, en equilibrio "diacrónico" y "sincrónico", por su relación intra-cíclica con los otros momentos del ciclo, y por su relación inter-cíclico con los momentos equivalente de los demás ciclos.
 

El Momento

"I dare say you never even spoke to Time! - Perhaps not, Alice cautiously replied, but I know I have to beat time when I learn music.
- Ah! That accounts for it, said the Hatter. He won't stand beating. Now, if you only kept on good terms with him, he'd do almost anything you liked with the clock." (Lewis Carroll)

     El Momento no se para ya en las relaciones formales iterativas, periódicas, sino en las diferencias cualitativas. Lo temporal, en tanto que la cualidad le está asociada, se inscribe en su persistencia y en su inalienable singularidad. Cada momento es único e incomparable. No se trata ya de un ciclo, sino de lo que se concluye en el ciclo. El momento puede ser contracto o dilatado, cualificado o cuantificado, la cuantificación siendo un escalonamiento, una distensión de lo cualitativo. Gaston Bachelard lamenta la linealidad y el aplastamiento de la temporalidad a través de la idea de la causalidad: "Afirmando que estos estados están ligados, se elimina curiosamente la duración que los une." [7]  Un momento que dura, no se deja ni reducir, ni numerar.

     El ciclo contiene unos nudos energéticos, plazos de sus diversas fases. La idea de momento propicio indica que ciertas acciones son favorecidas, de acuerdo con ciertas transformaciones psíquicas. Habitamos el espacio; somos habitados por el tiempo. La temporalidad cualitativa se manifiesta por una doble serie, de instantes fulgurantes y de duraciones intermediarias, de concentración cualitativa en unos focos activos y de distribución de las cualidades alrededor de ellos. El estado cualitativo del tiempo cíclico está constituido así de duraciones inmanentes entrecortadas de momentos privilegiados, así como de bruscas y fulgurantes concentraciones en la rítmica generada por una serie de ciclos entrecruzados.

     Estas duraciones, según las cuales dan como resultado un más o menos gran número de ciclos, que serán más o menos compactos, continuos, homogéneos. La durabilidad de los momentos será relativa al número de ciclos en interferencia. Una fase dada de un muy largo ciclo podrá cubrir un "presente" más vasto que el tiempo de una vida humana. Entonces, no habrá más que un enorme presente, sometido a perpetuas variaciones, susceptible de engullir pasado y futuro, habiendo abolido las demás dimensiones de la temporalidad, o mejor, poseyéndolas todas, ya que se regenera a sí mismo, absorbiendo en sus entrañas a sus procreadores, y a su progenitura, "un encajamiento, un envolvimiento de presentes relativos, con Dios como círculo extremo o envoltura exterior." [8]

     La noción de "che" (circunstancia, posibilidad, ocasión propicia), marca la variación cualitativa del momento: "Che llama a la idea de circunstancia, la idea de ocasión (propicia o no por una cierta acción); fang, la idea de orientación, de emplazamiento (favorable o no para tal caso particular). Formando un complejo de condiciones emblemáticas a la vez determinantes y determinadas, el Tiempo y el Espacio son siempre imaginados como un conjunto de agrupamientos, concretos y diversos, de emplazamientos y de ocasiones."[9]

     El Tiempo y el Espacio son seres que obligan. Determinan la percepción de el entorno, la división del medio; favorecen ciertos modos de comportamiento y de acción, llamados a efectuarse en armonía con el orden cósmico y la jerarquía de los seres, en la interdependencia general. La noción de "caos", ilustrada por unas figuras del diluvio o de aniquilación por el Fuego, pertenece también al ciclo. Es una idea universal: china, pero también india, "heráclito-estoica", germánica, amerindia (destrucción del mundo después de los reinos sucesivos de los "cuatro soles")... todo momento, y primero "histórico", es inmanente al conjunto; tiene su parte de poder y de verdad, su ocasión y su lugar de actualización. Todo se cumple -o lo debería- según el Ritmo, el Orden y la Totalidad (Granet), con los que se relacionan respectivamente, los tres aspectos de la ciclicidad: el Retorno, el Momento, la Espiral.
 

La Espiral

"Suddenly from outside, a bell spoke out, then ceased abruptly: dolente... dolore! Over the town, in the dark tempestuous night, backwards revolved the luminous wheel." (Malcolm Lowry, Under the Volcano)

     Un ciclo puede también ser aprehendido en su totalidad, en sus transfiguraciones internas y su evolución de conjunto. Con un fondo de los ciclos y como "a pesar de ellos", el tiempo se extiende según unas distribuciones necesarias, en una expansión ilimitada. El tiempo evolutivo relaciona el pasado a sus transformaciones, y lo prolonga en el presente, en el futuro. El "devenir" relaciona, a través de la totalidad del ciclo, los diversos momentos temporales que se penetran mutuamente sin sumarse. Nada de "rebasamiento" por eliminación de los momentos anteriores (a la manera hegeliana), sino transformaciones recíprocas inducidas, y un devenir condicional. Nada de progreso, sino un desarrollo progresivo, nada de razones trascendentes, sino estaciones inmanentes. El pasado induce al futuro y es inducido por él. El futuro tira hacia él presente y pasado. El devenir es distribuido.

     "El Tiempo está constituido por la sucesión cíclica de eras que, todas, dinastías, reinos, períodos quinquenales, años en sí mismos, deben ser asimiladas a una liturgia y que, todos, incluso el año, tienen un centro." [10]  La historia, llamada "legendaria" para la modernidad (pero más verdadera que la historia contingente, cegada por sus presupuestos ideológicos, los cuales no mantienen más que como máximo dos o tres generaciones), está concebida como una alternancia de eras cerradas, completas, y cada una centrada alrededor de un umbral de emanación.

     "Así, la evolución biológica y social estaba comprendida en China dentro de la perspectiva de un devenir cíclico, que debía siempre volver: los ciclos, estando separados por una suerte de Ragnarök, un crepúsculo de los dioses, el aniquilamiento de todo en un estado desordenado y caótico, tras el cual todas las cosas retomaban lentamente su evolución." [11]

     El pasado es el comienzo del ciclo del cual el futuro es el plazo; el futuro es el estado final (finalizado) del ciclo del cual el pasado es el estado inicial. Reversibilidad de los procesos temporales en la aprehensión de los fenómenos y de los estados vividos, a través de una suerte de "causalidad invertida": las transformaciones se cumplen simultáneamente en las dos "direcciones" opuestas. [12]  Para que haya posteridad. Es necesario que haya memoria. Sólo hay evolución si se tiene la mirada "hacia atrás"; sólo hay historia a través del sentimiento de un porvenir.

     La repetición de los ciclos cortos a través del desarrollo de los ciclos largos, permite concebir los unos como bajo-ciclos o momentos particulares de los otros. En un momento dado, hay siempre un mayor ciclo que engloba otros más cortos, o un ciclo más pequeño incluido en otros más vastos. La "ciclicidad" es extensiva, en espiral. Así como el Retorno resolvía por medio del equilibrio el problema de la movilidad, la Espiral añade al desarrollo cíclico, una orientación. Al platillo de Libra le sustituye la flecha de Sagitario. Sin embargo, bajo la relación ontológica, no podría haber ni reversibilidad, ni incluso evolución. La Espiral asocia a la circularidad la ilusión de la linealidad. La "inocencia" del devenir, es la razón inmediata; la "razón" del devenir, es la libertad en términos humanos, pero la "libertad" del devenir, es, en términos cósmicos, su eterno empezar de nuevo.

     La oposición entre un tiempo lineal y un tiempo cíclico es superficial; La Espiral y la imagen de un tiempo lineal y cíclico; es Cronos y Aïon. En la perspectiva helicoidal del tiempo, las transformaciones son distribuidas, conectadas, reorganizadas, armonizadas. Ilusión perpetua de lo nuevo, en virtud de los límites de la aprehensión y de un trabajo incesante de comparecencia de los momentos ligados por su relativa proximidad. Ilusión de una coordinación de los ciclos en vista de una común orientación. El presente no es nada más que el corte invisible de un pasado y de un futuro que se cargan de sentido.
 

Cronosofía

     El T'ai ki chino ilustra, entre otras cosas, los tres arquetipos del tiempo cíclico. YIN y YANG se equilibran, duran, evolucionan, según las cuatro fases de un ciclo perpetuo, arquetipo supremo que, bajo su forma temporal, se traduce en Retorno-Momento-Espiral. El arquetipo chino recuerda el "Sphairos" de Empédocles, ese ser viviente inmenso, orgánico y armónico, mezcla perfecta de los cuatro Elementos, que se transforma bajo la acción de dos fuerzas eternas y complementarias, "Philia" (el Amor) y "Neikos" (el Odio).
 

T'ai Ki

     En A, el Yin y el Yang, separados por una línea sinuosa, se asocian y comparten lo real, pero permanecen contenidos el uno en el otro, como lo atestiguan los focos Yin y Yang en el corazón de las zonas Yang y Yin. Los focos Yin (negro) y Yang (blanco) crecen hasta colorear la parte circular blanca en negra, y la negra en blanca (en B). El círculo negro se aglomera con los residuos negros occidentales, y el blanco con los residuos blancos orientales (en C). Evolución. El sentido de rotación de la "esfera", reconstituida, es invertido (en D). reversivilidad. Transformación recíproca del Yin en Yang, y del Yang en Yin. [13]

     El orden cualitativo es ilustrado por la presencia del foco negro en medio de la zona blanca, y del foco blanco en medio de la zona negra. Esta doble "inducción" existe siempre, incluso si es a penas perceptible (como en C). El punto emergente marca una ruptura, después crece, dura, ya que ninguna cualidad nueva aparece hasta la siguiente ruptura. Constitución continua del Yin y del Yang a partir de una doble ruptura innovadora.

     Tras la fase D, el proceso prosigue; el blanco vuelve al oriente y el negro a occidente en una figura similar a la fase A. Alternancia. La transformación es doble: es al mismo tiempo cuando crecen los procesos Yin y Yang. Hay una sincronización de dos procesos paralelos que son en realidad el mismo. Una igual repartición se establece entre el negro y el blanco en todo momento del ciclo. Equilibrio intensivo del Yang y del Yin.

     En el tratado milenaria del Yi King (I Ching)[14] , cuya riqueza es inmensa y las implicaciones innumerables, cada uno de los seis rasgos -Yang (lleno) o Yin (quebrado)- de cada hexagrama es una suerte de "T'ai Ki" susceptible de transformarse en su contrario. Imagen séxtuple de la totalidad, el hexagrama ilustra un momento particular, una situación específica, del ciclo de las metamorfosis. Es susceptible de evolucionar y de transformarse en uno de los otros 64, hexagramas, según el número de los rasgos cambiantes.

     Así,  Yi King - Hong  Hong (la "Duración") se transforma en  Yi King - Fou  Fou (el "Retorno") tras la mutación de los cuatro rasgos inferiores. En fin, cada hexagrama está marcado por la coexistencia de los seis rasgos asociados, y por la alternancia de los rasgos Yin y Yang en el curso de las transformaciones sucesivas.
 

    Los tres arquetipos del tiempo cíclico se relacionan con las tres fases otoñales del ciclo zodiacal.

     En el estadio LIBRA, los momentos están equilibrados por la alternancia y la sincronización, y coordinados según unos ritmos repetitivos. Cada uno de ellos es una fase necesaria y esperada en el desarrollo del ciclo; cada uno de ellos se intensifica por el Retorno, por el equilibrio sutil, siempre reactualizado, de los complementarios. El Yin frente al Yang.

     En el estadio ESCORPIO, los momentos son dosificados, concentrados, diferenciados. Aparecen como rupturas o umbrales de discontinuidad, antes de prolongarse como duraciones inducidas. Cada uno se aísla de su entorno temporal, se desata por su especificidad irreductible, por su presencia, por su "presente", y se hunde en las profundidades de su inalienable singularidad. Cualidad única en el seno de una multiplicidad inextricable, en el océano del Yin, Yang.

     En el estadio SAGITARIO, los momentos son re-distribuidos y armonizados. Se organizan los unos en relación con los otros y tornan de nuevo comparables a pesar de su alejamiento o de su disparidad. Cada uno evoluciona hacia un futuro anticipado o retroactúa sobre un pasado precipitado: cada uno resulta de la extensión ilimitada de la totalidad del ciclo, en todas las direcciones. La expansión es reversible; por la Espiral, nos encontramos "al oeste" yendo hasta los confines del "este". [15]  ¡Por el Yang, al Yin!
 

3. Zodiaco y temporalidad

"Cada ser complejo está constituido por una pluralidad de tiempo, conectados los unos con los otros según unas articulaciones sutiles y múltiples." (Marcel Proust, Le temps retrouvé)

     El tiempo cíclico regula y da ritmo a lo que es siempre, lo que vuelve (Libra), lo que dura (Escorpio), lo que se distribuye (Sagitario). Pura temporalidad en el estadio de Libra: el período caracteriza lo que vuelve siempre. Intemporalidad vuelta hacia el presente en el estadio Escorpio: el momento traduce una presencia, una persistencia infinita. Intemporalidad vuelta hacia el pasado y el futuro en el estadio Sagitario: la Espiral coordina estas dos dimensiones en una disposición iterativa y reversible.

    La disposición espiritual elaborada en los Upanishads organiza las tres fases temporales "al contrario": la Espiral representa el ciclo doloroso de las vidas anteriores y de las reencarnaciones, regido por el karma y por la ley de transmigración (samsâra); por la ruptura instantánea e imprevisible del mundo de la ilusión, en el Momento, el ser puede escapar del ciclo y alcanzar la libertad (moksha); finalmente, por medio del Retorno se establece la fusión del âtman con el Brahman, la alianza del Si mismo individual con el Si mismo divino, "la anabase" del alma hacia su fuente original e intemporal.

     La famosa alegoría de la Caverna (Platón) deja ver el mundo sensible como apariencia de otro mundo, supra-sensible, intemporal. Johannes Eckhart escribe: "Platón habla de una pureza que no es de este mundo ni está fuera del mundo, que no está ni en el tiempo ni en la eternidad, que no tiene ni dentro ni fuera." Ya que para el alma, inmortal, conocer es "volver a acordarse". El platonicista Castaneda apunta: "Nuestra incapacidad para recordar era en realidad una incapacidad de colocar el recuerdo de nuestra percepción sobre una base lineal. No podíamos poner nuestras experiencias "en plano", por así decirlo, y organizarlas en un orden sucesivo." [16]

     Se accede a lo intemporal por el "poder" de captar instantáneamente y globalmente lo que, de ordinario, se aprehende en la sucesión y en la separación. Lo que llamamos "la intuición" es la facultad de la mente que se para en ese tiempo vertical de la intemporalidad. Lo intemporal se manifiesta por una "impresión" repentina, fugitiva, subliminal, a menudo "familiar": creemos haberla sentido ya, como una situación de sueño que se "sabe" haber vivido mil veces, "en el sueño", y de la que nos damos cuenta al despertarnos, que era la "primera vez". Y efectivamente, hemos vivido ya algo parecido, "anteriormente", pero lo que hemos vivido era esta "misma impresión" de vivido ya, de haber sentido algo similar, en otra ocasión.

     Las cuatro formas principales de excitabilidad (cf. mis análisis del zodíaco astrológico) favorecen cada una la percepción de una dimensión temporal específica: la excitación natural el presente, la inhibición protectora el pasado, la excitación temporal lo intemporal (que es la esencia misma de toda temporalidad), la inhibición extintiva el futuro. El cuarto otoñal tiene relación con lo intemporal; cada uno de los signos de los otros cuartos tiene también una relación específica con el tiempo; pueden leerse como modos de disposición temporales específicos. Cada signo zodiacal "vive" en un tiempo que le es propio; cada uno aprehende la temporalidad a su manera:
 

Signos zodiacales y Temporalidad

     El primer signo de un cuarto, el signo cardinal, posee el carácter de este cuarto: a Aries el presente, a Cáncer el pasado, a Libra lo intemporal, a Capricornio el futuro. El signo intermediario, llamado "fijo", se carga además del modo temporal del cuarto opuesto: a Tauro lo intemporal, a Leo el futuro... El tercer signo de un cuarto, el signo mutable, posee los modos temporales de los modos temporales de los dos cuartos adyacentes: a Géminis el futuro y el pasado, a Virgo el presente y lo intemporal... De ello se deduce que seis de los doce signos zodiacales están en relación con cada una de las dimensiones temporales. Cada signo zodiacal tiene su conciencia del tiempo, traducible por las fórmulas siguientes [17] :

ARIES: "Yo soy" - presencia inmediata, evidencia del momento, instantaneidad (el pionero)

TAURO: "Yo siempre he sido lo que soy ahora" - lo intemporal se inscribe en el presente. El objetivo superior, la finalidad, el orden revelado (el jefe espiritual)

GÉMINIS: "Yo he sido ya y seguiré siendo lo que soy ahora" - puesta en perspectiva del presente, la coyuntura, la oportunidad (el diplomático)

CÁNCER: "Yo he sido" - el recuerdo, la nostalgia, las reminiscencias (el artista)

LEO: "Yo seré aún lo que he sido" - el futuro inscrito en el pasado. Inmortalidad, perennidad del mito, culto de los ancestros (el soñador)

VIRGO: "Yo soy y seré siempre lo que he sido" - presente e intemporal inscrito en el pasado. Inmutabilidad del mundo, nada de nuevo bajo el sol (el enamorado)

LIBRA: "Yo soy de toda la eternidad" - transparencia, fe, gracia, autenticidad (el místico)

ESCORPIO: "Yo soy desde el presente lo que seré siempre" - el momento cargado de una singularidad inalienable, el misterio, el secreto (el solitario)

SAGITARIO: "Yo he sido ya lo que seré siempre, y yo seré aún lo que he sido siempre" - justicia inmanente, don de sí mismo, misión universal (el profeta)

CAPRICORNIO: "Yo seré" - el porvenir, el deber de ser incorruptible, la construcción del mundo y del espíritu (el asceta)

ACUARIO: "Yo he sido lo que seré" - el pasado inscrito en el futuro, re-creación, sentido histórico (el narrador)

PISCIS: "Yo soy y he sido siempre lo que seré" - presciencia, lo que se busca está delante de nuestros ojos (el sabio)
 

Notas

[1]  Henri Hubert, "La représentation du temps dans la religion et la magie", in Marcel Mauss (éd.), Mélanges d'histoire des religions, Paris, Alcan, 1909, p.229 « Texto

[2]  Henri Hubert, Ibid., p.211. « Texto

[3]  Paul Valéry, Cahiers, Paris, Gallimard, 1973, vol. 1, p.1278-1279. « Texto

[4]  como lo apunta Francis Warrain, citado por Matila Ghyka en Philosophie et mystique du nombre, Paris, Payot 1952 ; 1971, p.13. « Texto

[5]  No en el sentido de Jung para quien la sincronicidad no está ligada a la temporalidad cíclica, sino que sólo es el principio de paralelismo "a-causal" que designa toda "coincidencia en el tiempo de dos o más acontecimientos sin relación causal y que tienen el mismo contenido significativo o un sentido similar." (in Carl Jung, Ma vie (Souvenirs, rêves et pensées), trad. franç. Roland Cahen & Yves Le Lay, Paris, Gallimard, 1973, lexique). Cf. también de Jung, Synchronicité et Paracelsica, trad. franc. Claude Maillard & Christine Pflieger-Maillard, Paris, Albin Michel, 1988. « Texto

[6]  Henry Corbin, Temple et contemplation, Paris, Flammarion, 1980, p.94. (según el estudio del "Texte des Textes" de Haydar Âmolî (XIVe siècle), discícpulo de Ibn Arabî). « Texto

[7]  in Dialectique de la Durée, Paris, P.U.F., 1950, p.52. « Texto

[8]  Gilles Deleuze, Logique du sens, Paris, Minuit, 1969, p.190. « Texto

[9]  Marcel Granet, La pensée chinoise, Paris, Renaissance du Livre, 1934; Albin Michel, 1950, p.89. « Texto

[10]  Marcel Granet, Ibid., p.103. « Texto

[11]  Joseph Needham, La science chinoise et l'Occident, trad. franc., Paris, Le Seuil, 1973, p.178. Cf. también Jacques Soustelle, Les quatre soleils, Paris, Plon, 1967. « Texto

[12]  "Aiôn se extiende en línea recta, ilimitada en los dos sentidos." (Gilles Deleuze, Opus cit., p.194. « Texto

[13]  Igual orientación en Nietzsche (Libra por el Sol, pero Sagitario por la Luna): aceptar que se incremente el nihilismo, la barbarie, la decadencia... a fin de hacer que vuelva la culture, los valores nobles, las jerarquías... Podemos pensar legítimamente, con los chinos, que el exceso de ciencia traerá el Conocimiento, que un desarrollo monstruoso de lo mental y del ego harán resurgir las "almas", y que el agotamiento de los múltiples avatares del discurso hará un lugar para el retorno de lo indecible. « Texto

[14]  Sobre el Yi King, cf. Paul Philastre (ed.), Le Yi-King, Anales del Museo Guimet, 8 & 23, 1881; Paris, Adrien Maisonneuve, 1982, 2 vol. ; Richard Wilhelm (ed.), Yi King (Le livre des transformations), trad. franc. Étienne Perrot, Paris, Librairie de Médicis, 1973; Iulian Shchutskii, Researches on the "I Ching", trad. angl., London, Routledge, 1975; 1980. « Texto

[15]  Beethoven (Sagitario), en una carta de 1815: "durch Leiden Freude" (¡por el dolor, a la alegría!) « Texto

[16]  Carlos Castaneda, Le Don de l'Aigle, 1981; trad. franc. Guy Casaril, Paris, Gallimard, 1982, p.156. « Texto

[17]  Nos atendremos al referente "Individuación" (marcado por el pronombre YO), guardando el espíritu de que no se aplique estrictamente más que a la conciencia europea, así como a las sociedades servilizadas y aculturales: el Mejicano piensa TÚ, el Hindu NOSOTROS, el Chino ELLOS. « Texto



Referencia de la página:
Patrice Guinard: El orden cíclico temporal
http://cura.free.fr/esp/28orden.html
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